Todo comenzó cuando sentado en el jardín de casa, junto a mi mujer y una jarra en la mano de cerveza, de la que bebía a tragos largos y ansiosos, me di cuenta que mi existencia se diluía.
En ese preciso momento supe que todo lo vivido había sido engañoso y que estaba atrapado en una tela de araña de la que no podía salir.
Ya sabes: Debes desaparecer como persona física ante el Estado. La sociedad
sucia ha triunfado.
Entonces le dije a mi mujer: No sé lo que hacer. Me voy a ver el cielo y me llevo la cámara.
Bueno, ten cuidado, me contestó.
Y salí de casa y cuando estuve en el coche cambié de opinión y dije que quería seguir bebiendo una
cervecita en algún bar. La cámara la dejé en el coche, bajo el asiento, para que no se viera.
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Alguien me preguntó si tenía un cigarrillo y se lo di y se puso a hablar conmigo y se presentó junto a su hermano, creo que me dijo y a un amigo
grandón. No recuerdo para nada de lo que hablamos. Bueno, sí. A veces cuando estoy borracho, sin darme cuenta, veo lo que le ha pasado a la gente y lo que le va a ocurrir y es como si estuviera viendo a través de sus ojos en imágenes nítidas. Sin embargo, lo que me ocurrirá a mí no lo sé nunca. Todo eso le dije y a continuación le hablé de todo su pasado.
¡
Joder, cómo lo sabes!, me dijo.
Cuando cerraron el bar, me dijeron si quería irme con ellos a un bar.
Subimos en el coche los cuatro.
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A gran velocidad, fuimos a Madrid. Estaba lejos de
cojones y me iba durmiendo, por eso lo de la gran velocidad, para no dormirme.
A eso de las cinco de la mañana, otro tipo en una calle donde tenía un ceda el paso, no me lo cedió y golpeó el coche. Por las cámaras seguro y porque había una sede justo al lado de la policía municipal, se presentaron
ipsofacto y porque
olían dinero.
Los chavales se bajaron del coche y los vi de pie en una acera entre vapores
cerveciles. Les dije
adiós con la mano.
Soplé y triplicaba la tasa de alcohol. Les dije que no tenía culpa y vi el coche del contrario destrozado. El mío solo tenía algo roto, que no di importancia. El otro también iba borracho.
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Los municipales me llevaron a la sede y me metieron por unos pasillos y me dijeron que dejara todo lo que tenía sobre una mesa. Dejé dinero y una agenda y mi
documentación y el
móvil. Supe después cuando alguno de ellos, me quitó la cámara, que ésta, había desaparecido. Pudo ser quizá el de la
grúa. Pero la culpa la tuve yo, porque se me olvidó bajo el asiento.
Un
poli estaba detrás de mí, otro lo tenía delante sentado frente a la mesa y era mayor. Otro grande, fuerte y gordo a la izquierda. Se ponía y se quitaba unos guantes negros. Algo más tarde me di cuenta que se usan para golpearte y no dejar marca de
adn en sus manos, por si acaso.
Pero ellos sabían que no era peligroso y lo único que yo hacía era hablar y hablar y reir y reir.
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Por otro largo pasillo, me metieron en un calabozo donde lo único que había era polvo en el suelo y una manta como las antiguas de la
mili. Primero me tumbe en una especie de cama de piedra que sobresalía del suelo y me dije que si lo habían echo para que se tumbara la gente, yo pasaba de estar ahí. Me tumbe en el suelo.
Así tumbado
empecé a hablar en alto y a decir que me habían engañado y que no soy un delincuente por estar borracho y que tengo en mi cuerpo unos 4 millones de kilómetros en coches diversos y que muchos de esos
kilómetros los hice borracho. Y sin embargo a los políticos que han robado millones los tratan con delicadeza porque les pagan.
Dejé de hablar para intentar dormir, pero sin dormir, ya sabes, por si acaso me levantan, cada hora, como me castigaron en el servicio militar. Coloqué los dedos de las manos juntos. Una mano hacia arriba, la derecha. La izquierda hacia abajo. De esta manera y contando la respiración, no te duermes, pero descansas de cojones.
No sé el tiempo que estuve así.
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¡Salga! me dijeron y oí la puerta del calabozo abrirse y les di los buenos días y me subieron a unas
dependencias donde había un
poli sentado ante una mesa y otro a la izquierda y una señora sentada que juraría que temblaba y comenzó a hablar primero el
poli sentado sobre los juzgados y luego a hablar la señora y sí, lo hacía con voz temblona y era una abogada de esas que te ponen para explicarte no sé qué pollas de juicios. Total, no me enteré de nada.
Me fijé en el
poli sentado y lo conocía. Se llama Jesús y hacía
kárate en un gimnasio donde estuve. Se lo dije; tú has estado en el gimnasio tal y entonces me dijo de malas maneras que no y que no. ¡
Cojones, has entrenado con
tal y
tal para el campeonato de
tal!
Su agresividad, desapareció así, de milagro. Luego me preguntó si quería poner denuncia. No, contesté, si el otro no la ha puesto. Me dijo que no.
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Fui a otro sitio donde me llevó Jesús y me dieron un papel para recoger el coche. Me devolvieron mis cosas y
cogí un taxi a casa. Mi mujer estaba barriendo la entrada y me dijo: estás borracho. Sí, le contesté y me
subí a la cama. Dormí un rato, comí y ella ya se había ido a cuidar de sus padres, cuando me marché al depósito de la grúa. Pagué 210 euros y me llevé el coche. Me
jodió sobremanera.
Tenía que pasar la
ITV, ese invento del que sacan dinero a todos el
puñetero estado y los putos políticos. Y es que me pusieron dos multas. Una en una calle que estaba a tomar por culo de donde ocurrió el golpe y otra donde ocurrió. Se ve que no pueden poner dos multas a la vez.
Volví dos veces a la
ITV porque el coche no la pasó. Tenía que poner dos ruedas nuevas. Conseguí las más baratas y compré un faro que no puse. Arreglé el que tenía que se movía y convencí al jefe de allí que el faro estaba bien y estaba bien, es cierto.
Fuí ayer ¡por fin! a recoger el permiso de circulación del coche.
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Siento un enorme complejo de culpa. No por hacer lo que hice, sino por haber tirado tánto dinero, pues no tengo y cuando mi hijo me preguntó qué había echo la noche de marras, le dije que el gilipollas y que dónde está la cámara; algún poli se la llevó o el gruista y cómprate una tú le dije.
El coche lo quiero vender, así con el golpecito pero me dan una mierda. Costó 36.000 euros y me dan 6.000. Así que creo que se quedará conmigo y me veo durmiendo en él.
Vale, pues todo esto, me pasó en una semana, más o menos.
ESTO SÍ ES PARA TODOS LOS QUE ME SIGUEN, QUE ESCRIBEN MEJOR QUE YO Y EN ESPECIAL PARA MI MAESTRO JUAN CARLOS CHIRINOS Y MIS COMPIS Y MIS HIJOS Y MI MUJER Y TODOS LOS AMIGOS DE MIS HIJOS
ENORME ABRAZO A TODOS