Qué voy a decir de ella. Sus ojos verdes me confunden, me atraviesan, me dislocan todos los huesos de mi cuerpo. Cada una de las circunvalaciones de mi cerebro me las cambia se sitio.
Ya no la miro. Y no puedo tenerla.
Ahora por eso te digo: Vete.
Y tu belleza retumba en cada parte de mi ser y es agobiante y a pesar de que me has tenido dentro de ti y te he dado todo, jamás seras parte de mí, salvo por ese instante ya pasado. A pesar de que siento tu afecto en tu mirada y en tu beso alegre de despedida. Te vas y serás de otro, pero solo un momento. Un instante corto. Y solo serás de ti misma, siempre. Y todo se lo darás a tu hija, que tuviste con el primer hombre. Y a ese, si volviera, se lo volverías a dar todo, como la primera vez que te hizo mujer y de él te enamoraste, si no le hubieran abierto la cabeza de un disparo, hace tanto tiempo, allí en tu pais.
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Y ahora otra mujer. Allá enfrente, con ese pelo negro y lacio que llega en cascada hasta la cimbreantes caderas y lo mueve a cada paso, gustándose, queriéndose, amándose y la llamo y simplemente dejo pasar el tiempo, mientras la miro a sus ojos negros y profundos ahogándome en ellos. Y vuelvo a respirar, cuando un rayo de luz, reflejan sus pupilas y bebo. Y siento que la bebida me va afectando.
¿Puedo preguntarte una cosa? Me dice.
Si tú cobras, yo también, respondo medio borracho, mientras bebo otra copa.
Y ella sabe que lo he dicho de broma y que por mis ojos se me conoce y que no puedo ser malo y que le gustaría, hablar conmigo, porque no vive.
Y ¿otra historia de amor? Paso. La digo alzando la voz y me voy de su lado.
Camino hacia la barra y grito el nombre de la dueña del club: LUCRE,LUCRE.
LUCRE camina hacia mí saliendo del almacén. Tomate una copa, te invito
A mí ahora cerveza. Estoy borracho. Y me habla y la escucho y me habla.
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Me despierto a eso de las dos de la tarde. No puedo moverme. Vueltas en la cama. Una y otra vez. Al cabo de una hora bajo a la cocina. Hago café ¿Y el tabaco? Subo a la habitación y me pongo el albornoz. Las llaves del coche. Recojo el tabaco. La luz del SOL, me deslumbra. Pica su calor. Me gusta.
No entra ningún coche al pueblo por la carretera. Pequeño y perdido, el último pueblo de LA MANCHA. Donde nació mi padre. Hacia Andalucía unos 26 kilómetros
En el asiento del cohe enciendo el cigarrillo. Bebo el café. Me tiro un pedo que me obliga a levantarme y subir corriendo al baño.
¡Paco, Paco!. La voz de Porfirio me reclama y le digo gritando: en la cocina hay guiski y hielo. Espérame.
Cago y me ducho. Me visto con ropa limpia. Bajo y allí esta él. Sonriendo me dice: ¡Que tal, artista!, con ese deje.
Ya ves, respondo y pregunto si ha comido ya.
Voy ahora al bar. Está mi hijo preparando la comida, arroz con bacalao, vente y comemos.
¿Ha venido gente este fin de semana? le pregunto, aunque ya sé la respuesta:NO.
Llegaron dos o tres a la casa rural, me contesta, pero ya se han ido.
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Porfi hijo, me dice sabiendolo:¿qué hiciste ayer?
Ya sabes donde estuve ayer, ¿qué es lo que más me gusta del mundo? La mujer, por eso mismo jamás la entenderé. Y me viste desde el bar pasar, qué jodio, le digo.
Terminamos de comer. Tomamos un café. Porfi padre dice que se va al paseo para abrir el otro bar.
Le acompaño y tomamos un guiski.
Hablamos y hablamos.
Él siempre preguntando y yo contestando y mientras bebiendo y bebiendo.
Los vapores del guiski me hacen retroceder a ayer y recuerdo a la de los ojos verdes. Recuerdo los ojos negros en los que me ahogué. No recuerdo nada de lo que me contó LUCRE.
Me voy al club de LUCRE, Porfi, tú eres muy feo.
Se rie. Me voy.
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La barra larga entrando a la derecha está vacía de hombres y de chicas. Al terminar la barra a la derecha, hay una cortina que da al meadero de hombres. Enfrente de la barra, unas mesitas altas y dos sillas. Un poco más allá, detrás de otras cortinas, dos habitaciones, ya sabes para qué.
Pido una cerveza. Su hermana me atiende y se va al almacén, desde donde la llama:LUCRE.
A la izquierda de la barra, hay una habitación que ellas llaman reservado. ¡No!, que hay dos. Entre los reservados y esa pared, dos mesitas altas y sillas como las otras. Una bola de luces en el techo. Dos máquinas tragaperras y una de música. Encima una televisión, colgada de la pared, en la esquina. Ahí se ve de otra manera, más oscura. Aquí donde estoy, apoyado en el mostrador, se ve más luz y te veo que caminas hacia mí, saliendo del almacén y te digo: tómate una copa, mi amor y hablo como tú, con esa dulzura, pero no me sale y hablamos, hasta que tienes que atender a esos cuatro que entran al club y entonces escribo sobre la barra, junto a mi cerveza, que bebo de un trago.
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Y vuelves a por tu cerveza y en la mano traes otra para mí y me sonries diciendome: ahora invito yo y seguimos hablando otro rato y antes de ir a servir a aquél que ha llegado, dices a GLORIA: Ven y mientras viene del fondo, me cuentas que es muy amiga tuya y que es de tu pueblo y que se llama GLORIA y te vas, cuando GLORIA me besa en la mejilla, mirandote a los ojos.
Y hoy no vas a ir con nadie, te digo GLORIA tras dos cervezas más.
Y me hablaste y me hablaste y bebí y bebí invitándote invitándote. Hasta que dijiste tengo hambre y llamé a LUCRE y a LUCRE la dije que se viene a cenar conmigo fuera, tu amiga.
Esta noche solo estará conmigo y...
Venga, vete ya con GLORIA, que ya se ha vestido, dices sonriendome, mientras te pago.
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Y GLORIA me cuenta mientras cenamos en un bar cercano, que un hombre la quiere porque dice que de ella se ha enamorado. Con locura recalga. Y la pregunto si del entorno y es entonces cuando me digo a mí mismo¿eres gilipollas?
Me dice que no y me cuenta la situación y ¿debo decirle que...?
Ni se te ocurra. Ni loca. Hazte la estrecha porque todavía no...
No, todavía, no.
¿Le quieres?
Si, le quiero, es un hombre muy bueno, pero no estoy enamorada.
A nuestra edad, yo creo que nadie se enamora ¿no?.
Bueno, él sí.
Y mientras me digo de nuevo que soy gilipollas ahí en mi cabeza, la digo que eso es lo de menos, pero que lo respete y que no tiene que saber nunca que trabajaste en un club y te veo, ¿sabes? ahora mismo con una niña en un parque. Ha sido una imagen y bla,bla,bla, yo y luego ¿Te ha pedido matrimonio?
Sí.
Pues aprovecha la ocasión. Serás feliz con tu niña y él, ya verás. Y jamás, jamás, le cuentes dónde trabajaste.
Terminamos de cenar. Bebimos y te llevé a casa diciendote que después de esta noche no volveré a verte. Y te deseo más que nunca.
No quiero hablar de aquella noche mágica. Entre nosotros solo quedará.
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Pasaron unos cuantos años.
Volví al club de LUCRE, pero ya no había chicas alegres, agradables, calientes y hermosas como el SOL.
Había tias del Este. Frías antipáticas y muy guapas.
LUCRE, nada más entrar al club, sentí algo raro. Te lo dije. Te dije que tenías que poner un guarda de seguridad y contestaste que yo me basto sola para pegar de hostias a alguien.
No eras amiga de SALOMÓN, porque no eras rica y no podías jugar con la muerte.
Y ahora te recuerdo, mientras leo el recorte del periódico.
MUERE APUÑALDA LA DUEÑA DE UN PUB EN PUERTOLLANO DURANTE UN ATRACO.
L.R.B, de 36 años. Y sé que con los cojones que tenías el hijo de puta ladrón tuvo que darte siete puñaladas, porque si no lo matabas tú al cobardegrancabrón, a pesar de que eras tan pequeña.
Y sé que no pudo ser cualquiera. Tú ya sabes.
En estos momentos, te recuerdo LUCRE y sé que pones copas a los ángeles en el cielo y te emborrachas con ellos y permites a los ángeles follar con tus amigas de Colombia, previo pago, porque
LUCRE: DIOS TE HA DADO LICENCIA