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RADIO PACHETA

domingo, 18 de enero de 2009

PENDEMOS DE UN HILO;INVISIBLE EL HIJO DE PUTA.

Despues de cenar, se pusieron las mesas y las sillas en un extremo de la era, junto a la casa. Un sobrino se encargó de traer el hielo en una cubitera. Mi persona de traer los espirituosos y los guiskis y jarras de agua. El encargado de cuidar la finca; Santos, trajo los cafés en termos. Porfirio Juarez Buendía, los vasos y no recuerdo si ayudaba alguien más.



La noche era estrellada, sin una gota de nube. Me cambie de posición, para no mirar hacia el noroeste, las luces difuminadas, tras de las colinas, de las factorías Repsol de Puertollano. Así veía el cielo claro y podía ver salir la Luna de su escondite en Sierra Morena.



Habíamos terminado de cenar y mi padre junto a sus amigos Segismundo Pareja Vozmediano y Celestino Cespedes, nos esperaban sentados y charlando.



Mi sobrino Ángel, Santos, Porfi y yo, nos limitamos a escuchar.



Mi padre le dijo a Segis que cantara. Segis, tras un rato en el recuerdo, cantó como si fuera Manolo Caracol. El pelo se erizó y en carne de gallina se puso toda la piel, por el cante y la situación y ese momento duende.



Teníamos entre la barriga y nuestras manos, algún que otro vaso de alcohol.



Acababa de morir el sr. Meca, es decir, don Aurelio Belmar Prieto, que fue en el pueblo hace y durante muchos años, barbero, sacamuelas y doctor. Todavía veo la esquina donde tenía el establecimiento. Al principio y despues de varios cantes, sobre él, giró la conversación.



Y se habló de cuando a pesar de sus noventa años iba de caza con su Vespino, su pájaro perdiz y su escopeta. Se cayó. Era un dolor verle la cara deformada por la caída.



Nos reíamos recordándolo. Y mi padre dijo de cómo se enamoró el Meca, de aquella mujer de Cartagena. El amor, no tiene edad, señaló Celes.



Despues un silencio de segundos y miradas a las estrellas.



Y dijo Segismundo:

Mis padres tenían unas vacas y las llevábamos a pastar alrededor del pueblo tu padre y yo, cuando éramos chicos. En la escuela íbamos con Juan de Mata y es una pena que tras tantos años, no recuerde algunos nombres de los que estaban con nosotros.



Pues verás, apuntó mi padre. Y al mismo tiempo que mi padre, Celestino dijo que aunque yo era más joven, de alguno me acuerdo.



Entre los tres, se pusieron a nombrar a los padres de los muchachos que hacía ochenta años estuvieron con ellos. Los pusieron allí, delante de nosotros, describiendo su aspecto físico y nombraron a sus tíos, a sus primos, a sus hermanos.



Se me vino a la cabeza el libro de los Diálogos. Y sí, pienso que los españoles, tenemos algo de esos antiguos griegos.



Mi padre me preguntó si veía al primo Carlos, el hijo del último al que se nombró: Germán Vozmediano Espinosa.



Contesté que sí.



Y entonces dijo que si se hubiera ido, como tenían pensado él y su amigo, para ser pilotos, a Alcantarilla - Murcia-, donde los rusos tenían un campo de aviación, seguramente estaría muerto y tu no habrías nacido, habló a todos, pero a mí, me miró a los ojos. El abuelo, saliendo del pueblo, me cogió y me llevó a casa. Germán se fue y en la segunda guerra mundial luchó contra los nazis. Estuvo a punto de perder la vida. Solo perdió las piernas y parte de su alma. Es un héroe en Rusia y para mí, tambien.



Tras otro silencio y unos tragos, mi padre habló mirando el cielo estrellado:


Pues aquella noche, estábamos jugando al tute, Luis, su padre y yo y a Paco le mandé a por hielo.

Allí frente a nosotros, y sobre los eucaliptos del paseo del pueblo, vimos una luz. Enorme y muy brillante, por encima de los arboles quedó parada. Luego nos levantamos de las sillas para verla mejor junto a la ventana. Poco después, a velocidad de vertigo, se marchó y no la vimos más. Por unos segundos, Paco, no vio aquella luz.


Y así hablé yo:

Cuando subí estabais los tres impresionados y me dijiste, padre, que comprara al dia siguiente los periódicos para ver si decían algo y los cuatro que se publicaban te los traje. Hasta la Guardia Civil lo supo porque hubo muchas denuncias. No venía ninguna fotografía, pero la noticia estaba en titulares. Podías seguir el itinerario de aquel ovni leyendo los pueblos por los que pasó.


Y Segis dijo:

Un dia llevaba un bocadillo de chorizo y tomate entre las manos, que me había echo mi madre. Las vacas estaban en Cerros Tontos y hacia allí iba. Serían las doce del mediodía, cuando de repente, saliendo del vallejillo de Lesmes, como un rayo de veloz, una luz muy fuerte que salía de una maquina atroz me hizo caer por tierra. Al aparato aquel no le di importancia, porque perdí el bocadillo que se me cayó por la impresión. Ni desde el suelo lo mire, ansioso por buscar la comida.


Y no verlo; le echamos en cara Ángel, Santos y yo.


Y Segis contesto diciendo que en aquella época había mucha hambre y prefería buscar los trozos perdidos, que luego claro, me comí. Celestino y mi padre asintieron con la cabeza, recordando.


Durante un momento todos miramos al cielo para ver si veíamos alguna luz. Solo vimos estrellas y aviones que tenían ruta fijada en el horizonte estrellado por el nordeste.


Mi padre se levantó para ir al baño. Cuando se fue, Segis dijo que cuando salí de la carcel, tu padre Tomás, me dio trabajo y me ayudo. Nunca abusé de la amistad de la infancia porque tu padre ya era algo increíble y no solo me ayudo a mí. Todo el que salía de la carcel y era del pueblo y alguno más, el lo recogía y le daba trabajo.


Al oirlo, me hinché como un pavo y le pregunté si había pegado tiros en la Guerra Civil y dijo:


Estábamos en la batalla de Teruel y las tropas de Franco nos diezmaron. Íbamos huyendo, Juan de Mata, tres o cuatro más y yo. Nos escondimos, porque la Guardia Civil peinaba el campo de batalla y mataba a los que vivían, igual se hacía en nuestro campo, porque las hambres eran increíbles y costaba más alimentar a un hombre y sanarle y cuidarle que matarle.

En un montecillo, vimos un agujero y allí nos escondimos. Tras haber limpiado nuestras huellas y taparlo más o menos, nos metimos sin dar una voz, ni un suspiro. Oíamos las voces de fuera. No sé quién iba a estornudar y le puse la bayoneta en el cuello diciendole que antes que estornudara se ensartaba él solo en el puñal, porque si lo oían, no-solo lo mataban a él, sino a todos. No estornudó, claro.

Escuchando y sin movernos, allí estuvimos esperando y cuando dejamos de oír ruidos, al cabo de trs días, sin comer y sin dormir, salimos. Comenzamos a andar y nos encontramos con la retaguardia de nuestro ejercito, donde solo quedaban las cocinas.

Recuerdo que me comí tal cantidad de judias que cuando me eché sobre el suelo nevado, me quedé dormido. Un soldado que había a mi lado me despertó, al poco, porque me vio sin moverme y viendo la nieve derretida junto a mí, me dio varios puntapiés gritando: este ya la palmado. Desperté por sus golpes y gritos y le dije que le iba a matar si seguía molestando.


Mi padre volvió del baño y se sentó tras dar un trago de su copa.


¿Cómo se llamaba el cura que estuvo en el pueblo, después de la guerra? Peguntó. Celestino dijo que Antonio y Segis lo afirmó. Dijeron también el apellido, pero no lo recuerdo y por eso no lo pongo aquí. Porfirio entre dientes señaló los años que estuvo ese maricacabrón.

Y mi padre contó cuando estuvo en el campo de concentración de Tánger por desafecto al régimen y los trabajos forzados a los que fue sometido. Y continuó diciendo: Después de trabajar en Madrid de albañil, volví al pueblo a hacerme una casa, porque cuando volví de Tanger a la casa del abuelo, al que mataron con una inyección en la cárcel, o eso decía el Meca que estuvo con él, nos rompían las ventanas los muchachos. No pasamos frío, acurrucados esa noche el tío Antonio y yo. Y cuando tuve dinero, me dije que haría la casa más grande del pueblo. Al terminar la casa, ese cura me denunció, pero el comandante de la Guardia Civil, quitó la denuncia. Sería el año 1956.


Un silencio, unos tragos, un joder y a mirar las estrellas.


Rafaél Pareja, el padre de Santos, al que llaman el Cabiz, vino hacia nosotros algo bebido y mi padre le ofreció una copa que aceptó. Se la serví. No, que fue Porfi.

El Cabiz dijo que después de la guerra, fue peor, porque había más hambre y que cuando era muchacho, ese cura que se llamaba Antonio y que por una onza de chocolate y en la sacristía donde se cambiaba la sotana, los muchachos le daban por detras y que le habían dado casi todos los del pueblo. Decía que el cura, siempre comía lentejas, porque al sacarla tenía un monton ahí pegadas.


El Cabiz no sé si seguira vivo. Tenía unos doce años menos que Segis y mi padre y siete u ocho menos que Celes.


En fin, aquella noche de hace ya muchos años y digo esto, porque entonces era muy joven o yo me recuerdo así, se habló de muchas cosas, hasta que mi padre le dijo al Cabiz que quería seguir contando cómo se la metía al cura, que se callara y el otro no quería, así que lo echó de la reunión y el Porfi, que se bebía los guiskis doblaos y todos los que estabámos allí también, salvo el Segis, que no bebía y empezaba a ponerse malo, porque el médico le prohibió la comida y le puso a régimen, por comer como un animal. Digo que se termino la reunión, porque una especie de losa y borrachera general acabó con ella. El Porfi se empeño en volver a su casa, que no sé cómo llegó y Segis y Celes, se quedaron en casa durmiendo y cada uno se fue a su cama, salvo Ángel, mi sobrino y yo, que nos quedamos viendo las estrellas, hasta que terminamos con otra botella y nos venció el sueño y el cansancio.



Esto lo recuerdo ahora al mirar y no ver ni a mi padre, ni a Segis ni al Meca ni a Celes y a tantos otros que no volveré a ver.

Y se fueron, como nos iremos todos, porque pendemos de un hilo; invisible el hijo de la gran puta.





3 comentarios:

hatoros dijo...

Y AHORA ME AVERGUENZO DEL PSOE Y DE LOS QUE DICEN QUE SON DE IZQUIERDAS Y SE GASTAN EL DINERO PÚBLICO COMO SE LO GASTAN. Y ME AVERGUENZO DE SU TELEVISIÓN Y DE LOS AMIGOTES QUE LES SIGUEN.
VIENDO EL EJEMPLO NO HAN ENTENDIDO NADA DE LOS QUE LES PRECEDIERON.

Patricia Gardeu dijo...

pero quedará la literatura...

hatoros dijo...

Quedará,amiga. He visto tu blog,pero no puedo hacerte ningun comentario. Aqui te lo hago.Gracias por escribir.Y me encanta tu ansia de sabiduria.