BALANCE XII: NINGÚN CUENTO.

Me dijo mi novia Carmen. No le cuentes más cuentos. Me niego a que le llenes la cabeza de fantasías a mi hermano. Luego no le servirán de nada en este mundo. Y si luego hay otro, habrá que verlo, pero no en este.
Me levanté de la alfombra en la que estaba con Ramón, y el niño, me miró con tristeza y sin comprender.
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Los indios con los que jugamos aún están sobre la pradera, cabalgando sobre corceles pintos y persiguiendo búfalos.
Ramón y yo así los vimos, cuando Carmen, barrió con el pie todas las historias, todas las praderas, todos los indios, todos los muñecos.
Se abrazó a mí llorando y lloré con él cuando me preguntaba qué teníamos que hacer ahora.
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Seguir luchando en lo que crees. Intentar cazar algún búfalo y esperar que el hombre blanco no venga a decirnos lo que tenemos que hacer.
Hasta entonces Ramón, tienes dos vidas. La de los sueños y la que te vale para comer.
Son complementarias, no lo olvides. Porque si comes más de lo necesario, necesitaras matar más, ya que tus ojos y tu estómago, se acostumbrarán a la comida.
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De los sueños y de tus cuentos, si comes más de lo necesario lo único que puedes hacer es compartirlos. Por desgracia, no con tu hermana, si no con gente como tú, que hay la suficiente.
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¿CÓMO PUEDE VIVIR DE ELLO?. ESTÚPIDO, DIJO CARMEN.
Con cualquier trabajo que le dé para comer y acumulando sueños e historias que compartir, contesté.
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SI TÚ NO TIENES TRABAJO, VIVES DE TUS PADRES Y EL FUTURO QUE TENDRÉ CONTIGO,¿CUÁL SERÁ?.
Ninguno, la dije. Abracé a Ramón, la di un beso en los labios y me alejé de la pradera, donde lobo blanco, el chamán, se despedía de mí alzando la pipa de la paz.