De BALANCEANDO:BALANCES DE ALGUNAS VIDAS

TRES EN UN BANCO, O QUIZÁ YO EN UN COCHE SENTADO. PARA LUCIA.

Paco, ve en la calle, sobre la acera, a tres en un banco.
A la izquierda, según miramirando, se sienta una chica joven. Zapatillas blancas. Pantalón vaquero y camiseta roja con letras blancas. Pelo negro, despeinado. Toda ella desaliñodesaliñado.
Pero un rostro de belleza inaudita, impactante.
Con esos ojos caramelos verdes, que no encuentran el amor. Porque cuando los mirasalmirarlos, sabes que esperan. Esperan de nuevo.
Te miran. De reojo te miran y cuando los miras otra vez, rehuyen tu mirada con algo de vergüenza.
Si alguien se fijara en ella y se enamorará de verdad, el descuido, el desaliño y la espera, que quizá espera en ese banco el amor al amor, cambiaría y esa chica, Lucía la tendrían que envidiar todas las bellezas creadas de mentira y por encargos.
Porque ella sería verdad.
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A su lado y a la derecha según miromirando de esa belleza desaliñada y sin amor, hay un hombre viejo, que ahora se mira las manos huesudas y artríticas.
Y mira al suelo y luego al frente y no puedo verle los ojos porque son pequeños y sé que ya no tienen luz, pero recuerdan su nombre escrito: TOMÁS.
Y me lo cuenta, allí, junto a mí, en ese banco sentado.
Según yo miro, veo que el brazo izquierdo, se apoya en su muslo. La mano caída que cuelga, no se mueve. La derecha, sí, según yo miro y se la pasa por la barbilla ARRUGADADEARRUGASDEARRUGAINFECTADA.
Mira al frente y AHORA le veo los ojos y sus ojos, serenos, ya no esperan NADA. Quizá solo el irse despacio y en silencio.
Y en silencio y despacio, repasando la vida ya andada, pregunta algo al hombre de medio siglo, que no sé quién es y que quizá pueda ser yo, a su lado, a la derecha, según lo veo miramirando a aquella mujer que yo, por el espejo, también miromirando, hasta que sale del retrovisor, desapareciendo por una esquina y, vuelvo a los ojos del hombre de medio siglo y se da cuenta y m doy cuenta que ya no se encuentra en un sitio ni en otro. Y simplemente espera sin comprender y podría llamarse Paco, como el que miramirando que mira tras el cristal de ese coche y al que yo miro, allí sentado en ese banco y veo que ese coche arranca, cuando un muchacho joven, su hijo, mi hijo quizá, abre la puerta de ese coche y con un libro en la mano, se mete en el.
Y quién nos mira. A los tres en un banco. En la calle, sobre la acera.
Yo, que los veo sentado en el coche. O ellos que me ven, sentados los tres en un banco. O ese muchacho joven, con un libro en la mano.
Que nos mira a todos por encima de un banco o de un coche, allí parados esperando. A QUÉ SENTADOS.
A mirar miramirandonos la vida de todos los que están pasando y mirándonos a unos, a otros, a nosotros, en un banco o en ese coche sentados.
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Cuando la señora bolsascargadas, por no mirarmirando es atropellada y reaccionan; el del banco y el del coche. Y la joven se levanta y solo grita: por Dios, por Dios, la han matado.
Y al hombre viejo solo le da tiempo a taparse la cara con las manos.
Y se dan cuenta que la señora allí, sobre el asfalto, jamás podrá mirar lo que nosotros,`porque se ha muerto con los ojos cerrados.