BALANCE III. TAN BORRACHO, NO SUBO CONTIGO.

Pasó el mes de junio del magnífico y soleado verano. Es cierto que los ensayos de música y que en general, las visitas de los amigos de mis hijos, se hicieron más frecuentes. Al mismo tiempo más benefactoras. Aprendíamos unos de otros.
A ellos, a mi sobrino Ricardo y a mi sobrina Natalia, que también venían con sus amigos, mi mujer, Susana y yo, con los mejores productos del mercado, les seguíamos haciendo barbacoas y paellas, cojonudas, según decían y sabían. Doy fe.
Incluidos a mis suegros y a los hermanos de mi mujer y a sus hijas. Pero nadie sabía que nos había tocado la lotería. Solo Ana Cristina, Juanjo y su mujer Maite, pero no su hija Alba.
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Ahora, alguien recogía fregaba y se encargaba de limpiar la piscina y el jardín.
Cerca de casa, había visto un terreno con encinas impresionantes. Lo compramos.
A Jaime, un amigo de Juan, para su fin de carrera y a Jacobo, amigo de Jorge, que empezaba a estudiar Arquitectura, les dije que hicieran la casa que yo quería, aprovechando la energía solar, para que se autoabasteciera.
Que recogiera todas las aguas de la lluvia, como se hacía antes y se comunicara con el pozo que tenía el terreno, para cuando viniera mi amigo espacial y una piscina muy grande, con sal como el mar, en la que metí mariscos y peces.
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Compré una vaca lechera que ordeñaba todas las mañanas a las ocho, porque ella me lo pedía. Unas gallinas, que daban unos huevos cojonudos, de esos naranjas. Hice un huerto y planté arboles frutales. Pero mientras se hacía la casa nueva, vivíamos en la otra.
Una noche, tras cenar con algunos amigos de mis hijos, entre ellos Shein y Andreas ( perdonar los demás, pero si tengo que nombraros a todos, no termino nunca), les dije que por qué no hacían, cuando terminaran sus estudios, una especie de instituto de investigación, donde estuvieran todas las artes y todas las ciencias qe todos en general estudiaban.
Susana y Ester, amiga de Juanto y todos los que en general, de vez en cuando, comparten la casa, con gran ilusión, dijeron que lo llevarían a cabo.
Yo mientras escribía esto y pensaba que mi vida había cambiado absolutamente, pero por otra parte, no. Con dinero o sin el, seguimos siendo bichos, como dice d. Manuel el notario. Y lo hacía bajo la pequeña pérgola. Ahora bebía vino de las mejores cosechas de Ribera del Duero y fumaba los mismos cigarrillos de siempre.
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Un día de Julio, ( Cesar, que terminó su imperio, como ahora Occidente) al atardecer, el aparato brillanteanaranjado, volvió a aterrizar en el mismo sitio.
Hice exactamente lo mismo que la primera vez. Espera siéntate aquí y respira. Voy por dos botellas de vino y te hago un cigarrillo después.
Seguía teniendo su aureola azul cuando volví. Probo el vino y no tosió. Su cara de felicidad era indescriptible, mientras sostenía la copa y miraba su interior y me pedía por Blend, ese cigarrillo.
Se lo lié y poco después le presenté a todos los amigos de mis hijos, que estaban tocando música abajo. Le presenté a mi mujer y a mis hijos.
Todos le asaetearon a preguntas, como es lógico.
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Nos emborrachamos sin llegar al malestar y entre risas, me dijo que si quería dar una vuelta en su ovni. No podéis venir, les decía a algunos amigos que estaban en casa, entre ellos a mi sobrino Ricardo, que quería ir como loco. En este tipo de ovni deportivo, solo caben dos, les contestaba.
Yo, mientras, desalojaba a los que se bañaban, para que pudiera chupar el agua con su máquina.
El insistía en que fuera y le dije: ahora que no estoy tieso gracias a ti, me resulta más difícil morirme. Y tan borracho como estas, no subo contigo.
¡Joder, se me olvido de nuevo preguntarle el nombre!.